Fábricas recuperadas en Argentina






Por Andreas Ramos

Doscientas fábricas en Argentina han sido ocupadas por sus trabajadores y son ahora adminsitradas en forma democrática por ellos mismos. En medio de una aún continua depresión económica, con niveles de desempleo rondando el 20%, grupos de trabajadores argentinos han demostrado a lo largo de los últimos cuatro años que existen otras formas de conducir la economía.
El movimiento de fábricas recuperadas comenzó en 2001, cuando la economía se dirigía hacia una caída total y millones de trabajadores salieron masivamente a las calles para enfrentar y detener la ley marcial. Muchas empresas, en estado de crisis terminal, fueron vaciadas, abandonadas por sus dueños o declaradas en quiebra. En muchos casos, los principales acreedores eran sus propios trabajadores, a quienes se les debían meses de sueldos ya miserblaes, o que habían sido despedidos sin compensación alguna. Enfrentados a una perspectiva de desempleo permanente, muchos trabajadores comenzaron a organizarse y a tomar las fábricas en sus propias manos.

La toma

En Brukman, una fábrica de indumentaria en la ciudad de Buenos
Aires, los dueños comenzaron a acumular deudas, especialmente en salarios de sus empleados. Constantemente prometían que las mismas serían saldadas, que conseguirían el dinero; en muchos casos hacían esperar a los trabajadores durante horas hasta que finalmente les pedían que esperaran otro día, u otra semana. Un día, los trabajadores simplemente decidieron no abandonar la fábrica hasta no recibir sus cheques.  Los patrones prometieron que irían a conseguir el dinero. Los trabajadores esperaron toda la noche, y todo el día siguiente, pero los patrones nunca regresaron, abandonaron la planta. Unos pocos días después, los trabajadores decidieron comenzar a producir nuevamente y declarar la fábrica como propia. Esto ocurrió en diciembre 2001, pocos días antes de que masivas protestas condujeran a la renuncia del Presidente De la Rúa.
En la fábrica de cerámicos Zanón, la situación era similar: los dueños debían a los trabajadores numerosos sueldos, y decidieron declarar la quiebra. Antes de que la fábrica cerrara, los trabajadores simplemente la ocuparon y comenzaron a producir por su propia cuenta. En este caso fue mucho más complicado que en Brukman, tratándose de una fábrica mucho más grande. Todos los empleados administrativos abandonaron la fábrica también, y los trabajadores no tenían acceso a los sistemas informáticos con la información contable, de clientes, etc. Lentamente están reconstruyendo esta información. La situación también es mucho más compleja en el frente político y judicial también. El gobierno de la provincia de Neuquén, se haya en clara complicidad con los Zanón (la familia propietaria), y está mucho más dispuesto a enviar a la policía a recuperar la fábrica. Los trabajadores han sobrevivido gracias a fuertes lazos de solidaridad que han desarrollado con sindicatos, partidos políticos y grupos activistas. Repetidamente, la policía ha rodeado la fábrica, y sólo movilizando a la comunidad para que la rodee también han logrado prevenir la represión abierta.
De esta manera nació el movimiento de fábricas recuperadas que hoy cuenta con más de 200 miembros, desde pequeñas cooperativas como la fábrica de grisines (bread-sticks) Grissinopoli hasta fábricas medianas y grandes como Zanón o la metalúrgica IMPA.  La situación dentro de las diversas fábricas es diversa: a veces la toma es declarada ilegal y la fábrica debe ser vigilada 24 horas al día por sus trabajadores, enfrentando numerosos intentos de represión. Los trabajadores en dichas fábricas suelen ser más militantes y revolucionarios, y creen en un nuevo modelo sin intervención del Estado. No buscan el reconocimiento legal - su posición es que están en su derecho y lo defenderán peleando. Otros trabajadores demandan que el Estado expropie las fábricas, pero las mantenga bajo control obrero.
En algunos otros casos, nuevas cooperativas se crean y buscan -y a veces obtienen- reconocimiento legal. Los trabajadores en estas empresas buscan simplemente mantener sus trabajos, obtener mejores salarios y disfrutar de mayor libertad, pero no son alérgicos al Estado y al desarrollo de vínculos con políticos "decentes".

Haciéndolo funcionar

Lo más importante es que todas las fábricas se caracterizan por su organización horizontal, donde las principales decisiones sobre producción, distribución de tareas y ganancias, son tomadas en forma democrática en asambleas de trabajadores. Al menos al nivel de cada fábrica, están demostrando que la producción puede ser dirigida democráticamente por los trabajadores, y no en forma dictatorial por los capitalistas. Muchas fábricas comenzaron a agruparse con otras y han dado nacimiento a movimientos como el MNER (Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas), y el MNFR (Movimiento Nacional de Fábricas Recuperadas), entre otros.
Los lazos de solidaridad al interior de cada empresa, entre las distintas fábricas, y con la comunidad, han sido las claves para la supervivencia del movimiento. Muchas veces los trabajadores han pasado días resistiendo intentos de represión, sin materias primas para la producción, encerrados, y es aquí cuando la ayuda mutua y la solidaridad entre organizaciones se torna crucial y hace la diferencia. A veces la solidaridad también toma otras formas. Un grupo de personas de una asamblea de clase media en la ciudad de Buenos Aires tomó recientemente una clínica médica abandonada, y muchos profesionales médicos comenzaron a donar su tiempo para hacerla funcionar. Pronto, esta clínica se convirtió en proveedor de salud para los trabajadores de fábricas ocupadas.
Otro factor clave ha sido el apoyo de sectores progresistas de las clases medias, que comenzó sobre todo luego del colapso económico de 2001. Con su poder de movilización, especialmente en la ciudad de Buenos Aires, estos trabajadores de clase media han logrado prevenir desalojos y han aportado vínculos entre las fábricas recuperadas y organizaciones de asistencia legal, o de salud.

Las luchas que continúan

Los ataques a las fábricas más militantes, como Zanón, continúan, así como su férrea defensa  por parte de los trabajadores. En viernes 4 de marzo de 2005, un grupo de individuos (3 hombres y una mujer) secuestraron a la esposa de uno de los trabajadores de Zanón. La torturaron y le cortaron la cara, brazos y pechos. En respuesta, 5000 personas se manifestaron frente a la casa de gobierno de Neuquén el 8 de marzo para denunciar este caso y otros numerosos casos de amenazas de muerte, ataques físicos y torturas. La mujer atacada lideró esta protesta. Al mismo tiempo, en Buenos Aires, movimientos sociales y de derechos humanos organizaron otra protesta frente a las oficinas del gobierno provincial de Neuquén, en el centro de la ciudad.
Estos incidentes dejan en claro que el movimiento de fábricas recuperadas no es una solución en sí misma - no puede existir indefinidamente en un ambiente capitalista hostil. Las fábricas no tienen acceso al capital necesario para reparar las máquinas o comprar nuevo equipamiento. O bien el movimiento se convierte en un paso hacia la eliminación del capitalismo y su reemplazo por una economía dirigida por sus trabajadores, o eventualmente se debilitará.
Pero por ahora, luego de la devaluación de la moneda argentina en 2002, nuevas posibilidades para la producción industrial en Argentina han emergido. Aunque esto detuvo el crecimiento en número de fábricas recuperadas, las ya existentes han comenzado a consolidarse, incrementar su producción e incluso incorporar a nuevos trabajadores. Muchos desalojos han sido detenidos y las organizaciones que lo desean están consiguiendo reconocimiento legal como cooperativas. El movimiento sigue vivo y fuerte.